Diciembre 4
de 2013
Vivo entre las
nadas y las hostias
Es imposible matar
lo breve,
lo aleve,
lo leve.
Me repongo de cada
incursión
Soy dios, soy
diablo
De cualquier tiempo
me agarro
Tan Humano que
semejo
un rastrillo en
ascenso,
un reflujo en
suspenso
Avanzo y me
circundo
Soy profundo,
profuso
Recorro los bosques
inexactos
¡Qué substratos!
Lo digo todo en el
preciso instante
en que decaigo.
Con el Teatro he
subido y he bajado
Severo en los
asuntos,
llevo gafas de ciruelo.
Me pronuncio en
cuanto duele
Me digito en
resistencias
Tengo lo que no
debería tener
Me soslayan
impudicias vacilantes
¿Qué siente un
actor
a la hora de saltar
a escena?
¡Qué se comprenda
todo,
que se cierre el
cerco,
que se infiera
bello todavía,
a pesar del circo
eterno!
De él la no vida
Que se sepa divino
siempre
Elegido para algo
aquí en la tierra
Que no se asombre
de profanar su cuerpo,
de entregarse en
los retomes.
Escribir que acecha
desde el fauno
Puedo cambiar de un
momento a otro,
pero sigo siendo el
mismo.
Me aquilato
Me achico
Me profiero arrecho
y santifico
Cada vez que repaso
estos manifiestos,
me digo:
son así, no hay
otra manera de sentirlos,
de exponerlos.
Sudan su espesor de
reconditeces
Abren al pasado y
al presente.
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