¡En la Catedral Basílica!
cobijado por esta mole de ladrillo,
te hago merecedora de aquella luz disoluta,
que tanto agradó a los Emperadores del pasado.
¡Llévate tus ojos,
para contravenir la eternidad con sombras!
¡Gira tu cuerpo revestido con hábitos de piedad!
¡Grita! ¡Vocifera! ¡Mancilla! ante el hormigón dorado.
¡Atraviesa vida y muerte, con el rayo de tu sexo!
¡Destila hieles, para quienes han venido a devorarte!
¡Tañe el arpa!
¡Aduéñate de la escena, donde el cirio chisporrotea
y la soga pende!
¡Activa el principio y fin!
¡Actriz! ¡Tu baile comienza ya!
Brillante está el empavesado
donde los gatos resbalan.
Los ministros han guardado sus casullas
Un mastín espera afuera sin reparar en el Sagrario.
Con sal y cemento construyo estas letras,
hasta que los verdugos sientan vergüenza.
¡Primero apareció el pie,
luego la aorta se incrustó y ropones huyeron
a los cielos inflamados!
El cadáver se apresta para su última tajada
El viento escaso hace méritos ante la posada del quebranto
La Catedral va quedando vacía sin sus prácticas,
apuntalada de errores y mentiras,
custodiada por buldogs y negros de adviento.
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