Dejo la puerta abierta…
No me lo estoy inventando ahora
Sé de poetas mustios…
acabados por glorias arribistas,
incoloros, desteñidos…
¿Percibir de ellos algo?
¡Nunca!, es más fácil tener a Dios
en un velorio,
o la ignorancia en un trigal
No soy decimal, sí vesperal,
por cuanto no me impongo amor a los demás
No tengo la verdad en este tiempo
pero sí la palabra…
Con ella me incorporo de la muerte
Déjame rodar como un extraño…
Desnúdome convencido de un adverso,
de un perverso.
A Lucía le he dicho muchas cosas…
Las caminamos
Las sentimos
Las actuamos
Pobres poetas sin cuerpo y sin palabras,
meciendo coartadas,
arrumando necedades
Entre vesánico y sensible…
Premura del aire contenido
Zen que no me tienta
Tarde que ya es nunca
No asumo causas, sólo infundio…
Mi anodino intento
Si me ven escribir, estoy pensado
Dante no dijo nada
El Quijote duerme por siempre
El furor sigue en el candil
Los teatreros son paridos por mitad
Al pensamiento le falta consistencia
Yo interpreto a más, pero soy menos
Retengo el portento en la punta de la lengua
Invito a la conciencia,
a un día sin gloria
Siempre supe que este teatro no sería funcional
¡Sí muy carnal!
Fantasmal
Muy del mal
Anal
Alerta
¡Piojos sin destino!
Bernardo Ängel Saldarriaga, agosto 8 de 2017
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