El gran agrimensor vino a nosotros y esto dijo:
habréis de saber ¡Oh hermanos! que para acometer
cualquier creación entre los fieles que así lo deseen,
tendrá que tenerse en cuenta la misma frecuentación,
una misma punción, una pulgada de interdicción,
sublevación, para nada rectificación…
Ha de sentirse una misma oblación, tensión, pasión y fulgor…
Quiero pues deciros, que para hacer teatro:
tenéis que llevar la carga del cordero pascual machacado,
la pesadumbre más hijueputa, la rabia más absoluta, diminuta.
Y en cuanto a realidad exterior,
tenéis que desecharla como a trapos viejos:
Familia, Estado, Religión…
Tenéis que pasar agachados cuarenta veces siete
y treinta mil arrogantes hieráticos.
No debéis pensar en libertad y en éxito.
Ni una ilusión pasará por vuestras mentes,
de lo contrario, seréis traidores al Deus
de vuestras encarnaciones…
No acogeréis ninguna escuela de actuación…
Haréis burla de los petulantes de ocasión
Orinaréis sobre las normas de forma, contenido y diapasón.
Con la fama os limpiaréis el culo.
Y cuando un sermón de estética brille en el horizonte,
os masturbaréis de conflicto…
¡Peste a los dramaturgos y directores confiscadores, chupadores!
Sólo queda converger hacia la nada más delirante,
acuciante.
Lacra de insepulto abismo,
para quienes se creen santificadores del malditismo…
Sólo se hace pacto con los disolutos locos
y maltratados de esta sociedad de miseria,
el lirio puede surgir de un pantanero…
No traguéis entero, quemad el internet,
matad a Shakespeare en vuestra conciencia
y por sobre todo:
¡No más orgías por correspondencia y pedagogías
en base a analogías, conflictos en pugna sin luna!
La histeria colectiva mata el considerando numeral.
Una voz anal que clama desde el centro de lo banal…
¿Apologías?... ¡Ni un rábano de mampostería!…
¡Os conocemos, os sabemos!
¡Actores de cemento, remoquetes demudados!
¡Es hora de vuestro helado!
Bernardo Ángel Saldarriaga, marzo 23 de 2010.
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