No hables de ciudad, mucho menos de hermandad
cuando el poder está…
cuando la cicuta dan…
El dinero divide las conciencias, de ahí la reticencia
de que el arte es de las potencias.
Admitamos las diferencias y pongamos en la mesa:
las insapiencias, las suficiencias, las independencias,
las trasparencias, las imprudencias, las cadencias,
las insapiencias, las suficiencias, las independencias,
las trasparencias, las imprudencias, las cadencias,
fragancias del dolor de cuerpo y alma…
Crujidos, desiertos, preceptos.
¡Démosle al teatro un amanecer de absurdo!
de licuosa admiración, disturbio, dilucidar, diluviar,
afrentar, enfrentar.
Porque hablar y encarnar es un delirio de lo actual,
fractural, ambiental.
Aquí postreros en el alma de este Medellín
de carne y huesos…
de carne y huesos…
Alucinación de arrobos…
Frente a los árboles…
Del lado de los vendedores, de los atrapadores…
De los que restan, de los que suman
De los que piensan en una banca
De los llamados, de los llagados, de los espléndidos
De los suprimidos, de los vencidos.
De este parque que reúne el alma,
el grito y las pestañas,
también las arañas,
las cárceles y las muertes…
el grito y las pestañas,
también las arañas,
las cárceles y las muertes…
Aquí para revivir algo, para decir algo,
para que no muramos de cotidianidad racional,
de efectos de limpieza,
solamente con toda la mente, con todo el cuerpo
Y CON UN POEMA DE INDECENCIA PERMANENTE…
LA LOCURA PARA LA COMPRENSIÓN DE TODOS,
SIN DISTINGOS Y SIN POLICÍAS…
SIN DOGMAS Y SIN PENAS…
SIN DOGMAS Y SIN PENAS…
SI NO ES ASÍ, QUE NOS QUEMEN DE UNA VEZ...
Dado en el alma
y en la carne de todos los sentires:
Lucía Agudelo Montoya….Bernardo Ángel Saldarriaga
¡Locos como nunca!
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